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 Kiss of the dark (sangre eterna) HOT

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Evangeline

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MensajeTema: Kiss of the dark (sangre eterna) HOT   Kiss of the dark (sangre eterna) HOT I_icon_minitimeJue Jul 22, 2010 8:44 am

NOTA IMPORTANTE DE LA AUTORA: Este fic es el de Sangre eterna pero por problemas con el título tuve que cambiarlo. No penséis que le plagié el fic a Yunianora o yunia_nora porque yo soy Yunianora. ¡¡Espero que os guste!!



Sangre eterna.
Capítulo 1. Aile Black (Winsher) POV

Hola. Me llamo Aile Black y tengo diecinueve años. Vereis, yo no soy normal para nada, y os lo voy a explicar:

Soy una vampiresa.

Sí, sí, como lo estais leyendo, una vampiresa. Una vampira. Una bebedora de sangre perfecta e inmortal.

Los vampiros llevamos desde el comienzo de los tiempos conviviendo con vosotros, los humanos, sin que lo sepais. ¿Cómo hacemos para pasar desapercibidos? Pues muy fácil, porque somos muy parecidos, casi iguales, a vosotros.

La sanguina, es decir, el veneno que nos inyecta un vampiro o vampiresa con su mordedura y nos convierte en los mismos seres que ellos, nos para el corazón y los pulmones. Seguramente estareis pensando, ¿y cómo sigue viva esta? Pues esto también tiene una respuesta muy fácil. La sanguina nos permite vivir sin necesitar respirar, que nos lata el corazón e incluso no tenemos que ir al baño. Aunque tampoco dormimos. Y lo malo es que simpre tenemos ojeras, pero el sueño no nos afecta los más mínimo.

Antes he dicho que tengo diecinueve años. Sí, bien, no os mentí. Tengo diecinueve años, pero no desde esa cifra. Llevo teniendo diecinueve durante doscientos años.

Lo mejor de todo de ser una vampiresa es que somos prácticamente perfectas. Pues tenemos un piel pálida perfecta, un cuerpo perfecto, ... Aunque lo malo en mí por parte de mi cuerpo es que la sanguina no me hizo ser más alta. Es que soy bajita como yo sola. Y odio ser bajita. Pero bueno.

Antes de describiros nada más sobre mi físico os sacaré de dudas en cuanto a nosotros, los vampiros.

Para empezar, no nos pasa nada a la luz del Sol. Ni nos morimos, ni nos abrasamos, ni nos entra sed, ni nos brilla la piel como si tubiera diamantes incrustados. Nada de eso es cierto.

La segunda cosa, sí, somos inmortales.

La tercera, la sangre no nos produce un frenesí incontrolable.

Cuarta cosa, cuando nos entra sed, nuestros ojos se vuelven rojos.

Quinta cosa, hay vampiros por todas partes del mundo.

Sexta, no nos pasa nada si nos toca un crucifijo.

Septima, no morimos si nos clavan una estaca en el corazón. Porque para empezar, nuestra piel es dura como el diamante y muy dificil de dañar y la otra razón es que si el corazón no nos late y no tenemos necesidad de que lo haga, es lógico que no nos afecte.

Séptima, los licántropos existen. Luego os explicaré de que va la cosa en el caso de esos chuchos.

Octava, la única forma de matarnos a nosotros, los vampiros, es desmembrándonos y quemando nuestros restos.

Novena, cuando tenemos sed, nos bebemos cualquier tipo de sangre, tanto humana, como de un animal, como de un licántropo.

Décima, nuestra saliva cura y cicatriza cualquiera herida. Es decir, si te haces un corte y sangras, la forma más rápida de curarte es diciéndole a un vampiro, si conoces a alguien que lo sea, que te chupe la sangre que has derramado y que te beba un poquito de sangre de la herida. Así tu herida en cuestión de segundos se cerrará y desaparecerá, aunque el tiempo que tarde en curarse depende de su gravedad.

Onceava, los vampiros tenemos una regla. No descubrirnos a los humanos. Si algún humano lo descubre deberémos desparecer de su vida para siempre, convertirlo en uno de los nuestros, o, en el peor de los casos, matar a el humano.

Doceava, las vampiresas no podemos quedarnos embarazadas y los vampiros no pueden dejar embarazada a ninguna humana o licántropa.

Treceava, los vampiros podemos saltar alturas increíbles, correr a la velocidad del sonido y tenemos una fuerza incalculable a pesar de que solo están musculitos aquellos vampiros que ya lo eran de humanos.

Bueno, creo que ya está todo.

Ahora os describiré como soy:

Como ya os había dicho antes, soy baja, de cuerpo perfecto exceptuando mi altura y de piel pálida. Bien, ahora os cuento las novedades. Tengo el pelo hasta la cintura y del color negro más oscuro que os podais imaginar. Mis ojos son de color violeta, sí, como veis ya era rara antes de convertirme en vampiresa. Y eso es todo. No tengo nada más que definiros de mi aspecto. Bueno, queda mi caracter. Soy una vampiresa tranquila, con una mente rapidísima —mucho más yo al correr—, suelo ser buena, simpática y amable, pero como me enfade ya puedes correr y esconderte de mí. He de deciros que canto bastante bien, mi voz es prácticamente exacta a la de Amy Lee, la cantante del grupo Evanescence.

Cambiando de tema, os explicaré el tema de los licántropos y licantropesas o licántropas.

El veneno que los transforma es la resperitina. Este veneno se inyecta por la mordedura de otro licántropo. Son prácticamente humanos, quizá un poco más que nosotros. Se transforman en unos lobos del tamaño de caballos cuando les viene en gana y suelen estar agrupados en manadas—algo también muy parecido a lo nuestro, pues nosotros, los vampiros, normalmente estamos agrupados en clanes—. Una vez que un humano es envenenado con la resperitina se desarroya totalmente, se vuelve altísimo, sus musculos también se desarroyan y se marcan —vamos que están cachas—, en el caso de las chicas, sus cuerpos sufren lo mismo que el de las humanas envenenadas con sanguina, desarroyan el pecho, se vuelven delgadas y también se vuelven guapísimas.

Ya que os hablé de clanes, yo pertenezco al de los Winsher, y para los humanos somos todos hijos adoptados por Irynara y Alan, dos vampiros que ya os describiré, mis seis hermanos están emparejados, Vanessa y Grisam y Bianca y Alexander. La única soltera soy yo. Que triste.

Mi clan y yo vivimos en Forks. El sitio está muy bien y hay animales de sobra para cuando nos entra sed. Lo malo es que tenemos una manada de licántropos viviendo cerca de nosotros. Más concretamente en el mismo pueblo, ellos viven en la parte sur del bosque y nosotros en la parte norte.

La estancia en Forks nos iba a la perfección, convivíamos bastante bien dentro de lo que cabe con los humanos y los licántropos. Pero las cosas buenas nunca duran demasiado...
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Lauren

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Tauro Dragón
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MensajeTema: Re: Kiss of the dark (sangre eterna) HOT   Kiss of the dark (sangre eterna) HOT I_icon_minitimeMar Jul 27, 2010 6:20 pm

A pesar de que parece más bien una especie de explicación del por qué, el cómo, etc. Puede que sea un tema bastante desarrollable, pero para mí gusto particular, la forma en que se ha "narrado", no es completamente de mi gusto. Aún así, espero ver el transcurso.

Suerte, (:
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Sakurako

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Virgo Serpiente
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MensajeTema: Re: Kiss of the dark (sangre eterna) HOT   Kiss of the dark (sangre eterna) HOT I_icon_minitimeJue Sep 02, 2010 8:41 pm

Hola

Fue interesante conocer más y en cierta forma la explicación del como se dan las cosas en tu Prologo, por que supongo que es una especie de Prologo de tu Fic.

Aun así espero que pronto nos dejes más historia, siempre me ha gustado leer acerca de vampiros y cosas relacionadas a ellos, ten por seguro que siempre estaré pendiente del proceso de la historia.

Así que anímate a dejarnos más XD


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Evangeline

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MensajeTema: Re: Kiss of the dark (sangre eterna) HOT   Kiss of the dark (sangre eterna) HOT I_icon_minitimeDom Sep 19, 2010 9:02 am

Hola. Muchas gracias a ambas por comentar, éste primer capítulo es más bien de explicación sobre como va el tema de vampiros y licántropos en mi fic, pero podéis tener por seguro que es el único narrado así.

Bueno, por aquí os dejo el segundo capítulo:



Kiss of the dark.
Capítulo 2.
Cuarto creciente.



Aile estaba en su habitación. La estancia era amplia y luminosa, toda la pared derecha estaba cubierta con una estantería inmensa llena a rebosar de cientos de libros estrictamente ordenados y en el medio justo de la estantería, había una gran televisión. La pared izquierda estaba pintada de blanco, pegada a esta pared había una mesa pequeña, parecida a una mesilla de noche, pero sin llegar a serlo, al lado de la mesilla había un sofá de tela increíblemente suave de color negro, el sofá era de cinco plazas y su mitad justa estaba en paralelo con la gran televisión de la otra pared. Al lado del sofá había una puerta que daba al baño de la habitación. La pared del fondo era un gran ventanal que daba al bosque, por lo general, las cortinas del ventanal estaban echadas, pero ese día no era así, estaban abiertas. Aile estaba sentada en la esquina derecha del sofá —mirándolo de frente— con las piernas encima del respaldo. La oscura melena de la chica caía por su espalda y rozaba ligeramente el sofá. La vampiresa tenía los ojos clavados en el ventanal, observando el amanecer, mientras contaba mentalmente los segundos que tardaba en salir el Sol.

De repente, alguien petó en la puerta de la habitación de la vampiresa.

—Pasa, Nessa.—musitó Aile sin mover siquiera sus ojos del Sol.

Su hermana entró en la habitación. Vanessa cerró la puerte sin hacer ruido y se acuclilló al lado de su hermana.

—¿Estás bien, Aile?—le preguntó Vanessa.

Aile giró la cabeza y contempló a su hermana mientras pensaba su respuesta.

Vanessa tenía el pelo castaño por los hombros y los ojos verdes, tenía diecinueve años eternos al igual que todos sus hermanos. Era mucho más alta que Aile —también era la vampiresa más alta de todo el clan—, su caracter era alegre y sensato, y tenía un Don. Su Don era el de captar cualquier peculariedad en un humano, licántropo o vampiro. Tanto como si la peculariedad era un talento especial, como un Don sobrenatural, como cualquier sentimiento...

—Sí.—le respondió Aile.

—¡Ja! Cualquiera se daría cuenta de que no estás bien. Y además... ¿Aile, me estás mintiendo sobre como te sientes?

—Tienes razón.—Aile esbozó una leve sonrisa—Es solo que... Yo...

—Hermanita, puedes contármelo.

—No sé Nessa... Es que... Cada vez me siento más sola. Tú tienes a Grisam y él a tí, Bianca y Alexander también e Irynara y Alan. Y yo... Yo estoy sola. Llevo estando sola doscientos años.

—Ya Aile. Aún no has encontrado a ningún chico para tí. Tampoco tienes que obsesionarte con eso. Sobre todo cuando prácticamente todos los humanos que te miran se enamoran de tí. No veas los celos que les das a las humanas, personalmente, yo que lo noto por mi Don, lo encuentro sumamente divertido.

—Me alegro de que te lo pases bien. Ojalá mi Don fuera divertido alguna vez.

—Tu Don es el mejor de todos. ¡Y te quejas!—Vanessa sonrió divertida.

—Sí, tienes razón.—dijo la de pelo negro sonriendo a la par que su hermana.

—Bueno... Ya que no das encontrado a ningún chico, deberías ver un poco por ahí los candidatos que hay.

—¿Qué quieres decir?—le preguntó Aile frunciendo ligeramente el ceño.

—A Bianca seguro que les gustaría ir de compras. Hum... Irynara a lo mejor se quiere apuntar. El único problema son Alexander y Grisam. Esa panda de pesados seguro que quieren venir solo para fastidiar. Alan seguro que no nos querrá fastidiar como ese dúo.

—Sí, haber cuando mis hermanitos maduran. Que tienen tropecientos años y siguen igual de críos que un adolescente de trece años.

—Entonces... ¿a dónde quieres ir?—le preguntó Nessa percibiendo que su hermana ya estaba más contenta.

—Hum... ¿Al centro comercial?

—Vale, prepárate rápido.—dijo Vanessa dirigiéndose a la puerta.

—Sería extraño si no fuera así—le comentó Aile justo antes de que su hermana saliera de su habitación.

Nessa se fue cerrando tras de sí la puerta.

De un salto, Aile se levantó.

—De compras... Mmm... ¿Qué modelito me puedo poner?—murmuró para sí misma.

La vampiresa entró en el baño de su habitación, era un baño normal, con una bañera enorme ideal para bañarse mientras te tomas un descanso, el baño era más largo que ancho, y toda la pared derecha era un enorme armario de cinco metros de profundidad y puertas corredizas, era de color blanco azulado, a juego con los azulejos azules del baño. El baño era del todo inútil para Aile por ser esta una vampiresa, pero a ella le gustaba tener uno en su habitación para guardar las apariencias, a pesar de que no eran necesarias pues ningún humano se relacionaba con ellos, excepto la policía y la Guardia Civil, ya que Alan era el sheriff de Forks.

Aile corrió las puertas de su armario, y tras pensarselo dos segundos, escogió su modelito para ir de compras. Una minifalda vaquera, una camiseta sin mangas negra con un dibujo a la altura del pecho de un hada gris, una torera gris con capucha de lo más moderno y de calzado unos shiny de la marca Maripaz en color gris. La vampiresa se vistió rápidamente y dejó la ropa que llebaba puesta antes encima del vidé del baño para echarla a lavar cuando volvieran. Aile se miró en el enorme espejo del baño. Iba perfecta, la vampiresa hizo incapié en sus piernas, no tenía un solo pelo en ellas, igual que en los brazos, las manos y demás. El no tenerse que depilar era algo genial para las vampiresas. La pelinegra cogió su bolso del mismo color que su pelo y fue al garaje, donde sabía que la estaban esperando Vanessa y Bianca.

—¿Irynara no quiere venir?—preguntó la de ojos violetas viendo a sus dos hermanas.

—Alexander y Grisam se van a jugar al beisbol, así que para un día que pueden estar solos...—le respondió Bianca.

Bianca tenía la misma edad que sus dos hermanas, era de estatura normal y como cualquier vampiresa cuerpo perfecto. Tenía el pelo castaño por la mitad de la espalda y flequillo de lado, sus ojos eran de color capuchino, un castaño clarísimo tirando para beige, y tenían reflejos dorados. Bianca era una canalizadora, bueno, era la canalizadora más poderosa.

Las vampiresas se fueron en el mismo coche, un Aston Martin V12 Vanquish de color negro.

Fue una tarde divertida para ellas, y cuando volvieron para su casa, traían el maletero lleno de bolsas llenas de ropa, complementos, libros, películas y demás cosas.









Después de guardar sus cosas en su habitación, Bianca se apoyó con una mano en su armario. Antes de que pudiera reaccionar, alguien la abrazó por la cintura.

—¿Sabes que hemos pasado una tarde entera sin vernos?—le susurró de forma sexy una voz masculina que ella conocía muy bien.

Bianca rodeó las manos de él con las suyas y se reclinó contra el pecho de él.

—¿Una tarde entera?—le preguntó la vampiresa extrañada, ella creía que había sido menos tiempo.

—Mira por la ventana.

La vampiresa giró la cabeza y a través de las cortinas de la vnetana, pudo ver que ya casi era de noche cerrada.

—Oh.—murmuró Bianca, sorprendida.

—Había pensado que estaría bien recuperar el tiempo perdido.

La vampiresa sonrió ante la propuesta de él.

—Es una idea fantástica, Alexander.—dijo Bianca sonriendo de forma pícara y dandose la vuelta para quedar pegada a él.

Bianca miró fijamente a Alexander. El vampiro tenía veinte años eternos, los ojos castaños y el pelo negro. Era muy alto, le sacaba dos cabezas de altura a la vampiresa, pero no lo era tanto como Grisam. Alexander se había quitado la camiseta y su torso desnudo dejaba ver su gran musculatura.

La vampiresa se pasó la lengua por los labios y acabó el gesto mordiéndose el labio inferior.

—Bien, entonces dejame hacer esto.—dijo él cogiendo a Bianca en brazos.

Velozmente, Alexander la dejó en la cama y se puso en frente de ella.

—Mmm... Eso no era necesario.—protestó ella.

—Me gusta hacerlo.—le dijo como toda respuesta Alexander encogiéndose de hombros.

—Bueno. Supongo que no está tan mal, me gusta lo que conlleva que lo hagas.

El vampiro se puso a cuatro patas encima de ella.

Bianca se irguió ligeramente y lo besó con pasión. Él correspondió a su beso. Mientras se besaban, Alexander la cogió por las muñecas y la tumbó totalmente en la cama. El vampiro la besó por todo el borde de la mandibula hasta llegar al cuello de ella.

La vampiresa dejó escapar un suave gemido mientras Alexander le succionaba apasionadamente el cuello. Con un rápido y hábil movimiento de su mano derecha, le quitó los pantalones y los tiró al suelo.

En ese mismo momento, Alexander se apartó del cuello de ella y le quitó la camiseta.
Nunca se acostumbraría a esa vista.

La vampiresa llevaba un sujetador negro de encaje que contrastaba con su piel pálida. El vampiro cerró los ojos y se sentó encima de ella. Ella se sentó también y echó la cabeza para atrás.

Él la abrazó y le quitó rápidamente el sujetador. Durante unos segundos se dedicó a deleitar su vista con los abundantes pechos de su pareja.

Bianca aprovechó que él estaba sentado para bajarle los slips todo lo que podía.

Alexander captó este gesto, y empujándola por los hombros la tiró de nuevo, tirándose él también encima de ella. Este movimiento hizo que sus pelvis se rozaran, algo que excitó a ambos. Al volverse a tumbar, Alexander aprovechó para quitarse los slips con un rápido movimiento de piernas. Luego cogió a Bianca por la cara, la pagó a él y la volvió a besar.

La vampiresa cogió las manos de él y las arrastró hacia abajo, pero sin dejar de besarlo.

No hizo falta que la vampiresa continuara el gesto, porque Alexander lo hizo por ella.

Las manos de él pasaron por su escote y al llegar a su pecho, hizo aquel gesto que se le daba tan bien.

Bianca se apartó apenas un segundo de los labios de él para dejar escapar un gemido.

Después de acariciarle los pechos de forma tan seductora como él sabían hacer, Alexander movió sus manos de nuevo hacia abajo, y al llegar a la cintura de ella, le metió las manos por dentro del short y se lo quitó. Lo mismo hizo con el tanga. Alexander le rodeó la cadera a Bianca con la mano izquierda mientras su mano derecha iba directa a la vagina de ella. Con dos dedos empezó a acariciarle el borde, y para su agrado, descubrió que la chica estaba húmeda. De forma un poco bruta, Alexander introdujo sus dos dedos en Bianca y esta volvió a gemir, solo que a partir de ese momento no paró de hacerlo.

Los dedos de Alexander entraron y salieron sin cesar durante dos minutos, hasta que paró y durante otro minuto se dedicó a acariciarle el clítoris a la vampiresa. Repentinamente, Alexander apartó sus manos de Bianca y las apoyó en la cama, listo para penetrarla. Pero ella lo cogió por los hombros y le hizo girarse, de forma que lo dejó tumbado boca arriba en la cama y ella estaba encima suya. La chica se sentó encima de él con las piernas bien abiertas y se fue deslizando hacia abajo, hasta que quedó sentada encima de los tobillos de Alexander. Entonces, la chica se inclinó hacia adelante, y apoyando las manos en la cintura de él, se metió el sexo de Alexander en la boca.

Él gimió.

Bianca le chupó toda la parte del sexo de él que tenía metida en la boca, pasándole la lengua por cada rincón. Cuando acabó, se echó hacia atrás suavemente, chupándole el sexo a Alexander al mismo tiempo que se lo quitaba de la boca. Luego se volvió a hechar hacia adelante y le lamió todas las partes del sexo erecto de él que no había llegado a lamer antes. Cuando finalmente acabó, Alexander la cogió por los hombros e hizo el mismo gesto que ella había echo antes con él.

Alexander no se tumbó, se quedó sentado encima de la pelvis de Bianca y apoyó las manos en el colchón. Se echó para adelante y diriguió sus labios al pecho derecho de la chica. Se lo besó entero y luego acabó el gesto con un suave mordisquito en el pezón. Izo lo mismo con el otro pecho de ella. Y luego, apoyó sus brazos un poco más adelante, a la altura de los hombros de la vampiresa, y echándose ligermente hacia atrás, la penetró.

Bianca gimió más fuerte. Con cada penetración Alexander iba más rápido, y utilizaba más fuerza. El placer la recorrió entera, esa sensación fue acumulándose cada vez más, hasta que cinco minutos después, todo ese placer se convirtió en un orgasmo. Pero Alexander no paró, y al tercer orgasmo de ella, lo sufrió el también.









Croy contemplaba la luna sentado en el borde de uno de los cientos de pequeños despeñaderos que había en el bosque. Aquel era su lugar favorito para pensar. A la luna no le faltaba mucho para llegar a verse completa, su cuarto creciente estaba a punto de finalizar para dejar paso a la luna llena. A la que Croy, como todos los demás licántropos, le gustaba contemplar fijamente en esa fase. Al licántropo le encantaría compartir esa vista con alguién más, pero no había encontrado aún a su media naranja.De repente, olió a alguien que se acercaba a él corriendo. Era un licántropo. O mejor dicho, una licántropa, y transformada además.

Una loba enorme de color negro azbache irrumpió en el lugar.

Croy dirigió sus ojos verdes a la recién llegada. Era Saphira, su hermana dos años mayor que él.

"¿Pasa algo, hermana?" le preguntó él telepáticamente.

La telepatía era una de las características de los licántropos, podrían hablarse mentalmente incluso a miles de quilómetros de distancia.

"Sam ha descubierto el rastro de cinco vampiros" le dijo su hermana.

"Serán los Winsher" le respondió Croy.

"No, no son ellos, hermano. Son cinco machos, y todos del tamaño de Grisam. Y no parece que vengan con buenas intenciones" le replicó Saphira.

Croy asintió con la cabeza y su hermana se marchó a la carrera, para dejarle intimidad mientras él se transformaba en lobo.

Croy se levantó y comenzó la trasformación. Buscó al lobo en su interior y cortó los hilos que lo capturaban. El lobo auyó de felicidad y libertad. El chico disfrutó con la sensación. Sufrió un espasmo y su cuerpo se inclinó hacia delante. La transformación ya no le dolía. Solo la primera era dolorosa, el resto era indoloras.

Croy sacudió su enorme cabeza lobuna y aulló de libertad. Poco después, un lobo enorme de color castaño oscuro corría por el bosque hacia la reunión con sus camaradas.









Aile estaba dando un paseo en su coche, el Aston Martin V12 Vanquish negro, cuando su móvil empezó a sonar. Aparcó el coche en una cuneta y puso las luces de emergencia, luego contestó al teléfono.

—¿Aile? Hola, soy Saphira. Mira, ¿podrías venir a curar a mi hermano?—dijo Saphira al otro lado del teléfono.

—Hola. ¿No puede hacerrlo otro? Sabes que tener que andar bebiendo sin estar de caza es algo que odio—y era cierto. A Aile le repujnaba curar heridas con su saliva porque solía reservar su sed para sus nocturnas cacerías.

—No, lo siento. Están todos los demás ocupados. Y está muy grave.

—Bueno, entonces tendré que ir.—dijo Aile con resijnación.

—Muchísimas gracias, Aile. Adiós.

—Adiós.—dicho esto la vampiresa colgó.


Aile bufó.

No le gustaba andar por ahí curando heridas a los demás, y mucho menos a desconocidos.

Y la vampiresa no conocía al hermano de Saphira.

Solo sabía que tenía su edad, ni siquiera sabía su nombre.

Pero tampoco le importaba.

Aile guardó su móvil y volvió a poner en marcha su coche, tenía algo que hacer.




Espero que os gustase, muchos besos. :D
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Evangeline

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MensajeTema: Re: Kiss of the dark (sangre eterna) HOT   Kiss of the dark (sangre eterna) HOT I_icon_minitimeLun Nov 15, 2010 6:54 am

Kiss of the dark
Capítulo tres.
Increíble.

Croy miró a su alrededor y se dejó caer suavemente contra la pared, apoyando contra ella su espalda descubierta. Solo pensar lo que había pasado lo hacía sentirse extraño. Se sentía valiente por haber matado a uno de aquellos estúpidos vampiros que solo venían a matar a los humanos, pero a la vez se sentía estúpido por haberse despistado,lo cual había hecho que el vampiro le tirara encima seis árboles. Y aquello le había causado aquella enorme herida que ahora llevaba vendada, pero la venda no aguantaría mucho ya que estaba totalmente roja, y eso que aún diez minutos antes se la habían cambiado.

Suspiró triste, pero ese gesto solo hizo que la herida le doliera más. Apretó los dientes con fuerza. Más le valía llegar pronto a aquel vampiro.

Ese punto también lo hacía sentirse estúpido y sobre todo, humillado. Un vampiro le iba a curar, un vampiro. Un chupasangre, una sanguijuela, una garrapata incluso. Y eso iba a hacer sanar su herida.

Cinco minutos después llegó.

Su hermana le había abierto la puerta desde fuera y él entrara. Saphira prefería ahorrarse para ella el momento.


Aile entró e hizo un esfuerzo para que no se le notara en la cara lo que le repulsava aquello. Entró en la habitación y cerró la puerta con los ojos cerrados. Con un suspiro los abrió.
Sin embargo, aquel chico no le causó una mala impresión, como había pensado desde el principio.
Estaba sentado en la cama con las piernas estendidas y la espalda apoyada contra la pared, mantenía la vista fija en el techo. La única ropa que llevaba eran unos pantalones vaqueros cortados justo por encima de la rodilla. Era de piel morenilla, con un bronceado veraniego y llevaba el pelo castaño oscuro corto, bueno, su pelo tenía unos cinco centímetros de lonjitud. Era muy guapo y su cuerpo era musculoso, pero no en exceso. La venda le iba desde el hombro izquierdo hasta el lado derecho de la cadera y estaba empapada en sangre.

Croy comprendió que no podía seguir pasando del vampiro y dejó de mirar al techo para posar su mirada en el vampiro...
Abrió los ojos por la sorpresa. No era él vampiro, era la vampiresa. Era una chica. Tenía el pelo negro largo con flequillo y unos increíbles ojos violetas. Como todas las vampiresas tenía la piel pálida y un cuerpo que lo flipas. Era bastante baja. Era guapa, muy guapa.

Los ojos verdes de el licántropo se clavaron en los suyos abiertos de par en par. ¿De qué se sorprendía? Dejando eso a parte, a la vampiresa le pareció sumamente atractivo, y se llevó una buena sorpresa al darse cuenta de que un licántropo le estaba pareciendo atractivo. ¿Qué le estaba pasando? ¿Desde cuando un chucho le parecía atractivo?

—¿Qué te sorprende tanto?—le preguntó la vampiresa. Sin embargo, la pregunta no sonó despectiva si no simplemente una pregunta. Sin un mal tono de voz. Croy se sorprendió dejándose llevar por la suave y bonita voz de ella.

—Oh, nada perdona.—Croy borró el gesto de sorpresa de su cara.—Mi hermana dijo que un vampiro me iba a curar.

—¿Y...—comenzó ella, pero calló al darse cuenta de lo que él quería decirle.—Ya veo, esperabas otra cosa...

—Preferiría no tener que esperar nada.—masculló en voz muy baja él.

—A mí tampoco me hace gracia.—le dijo Aile.

Croy maldijo mentalmente el oído perfecto de los vampiros.

—Ah, ¿no? Yo pensaba que lo disfrutabais de lo lindo bebiendo sangre, sobre todo humana.—le espetó él.

—Me ciño a las cazas nocturnas por el bosque. Y prefiero no tener que beber sangre humana, intento evitarla lo máximo y alimentarme siempre de animales.—le dijo ella.

La vampiresa se quitó la cazadora que llevaba puesta y la dejó en una silla que había al lado de la puerta. Llevaba una camiseta negra con unas letras plateadas de tirantes escotada que dejaba ver su canalillo y unos vaqueros ajustados oscuros, de calzado llevaba unos botines negros con tachuelas plateadas.

Aile se sentó al lado de Croy.

—Veamos la herida.—dijo ella. Apartó las piernas para la derecha y se sentó encima de ellas, con delicadeza comenzó a quitarle la venda al licántropo, esta empezó a gotear sangre sin parar en manos de la vampiresa.

Aile abrió los ojos por la sorpresa al ver la herida. Era muy grave. Tenía unos ocho centímetros de profundidad, Aile captó entonces que en el brazo derecho del chico, en el antebrazo, tenía un moratón horrible y bastante grande. La chica paseó con sus dedos la herida, examinándola.

—¿Te importa acabar rápido? Duele, por si no lo sabías, vampiresa.—le protestó él.

—Perdona... Oye, tengo nombre.—le respondió ella.

—Nadie me lo ha dicho...

—Aile Bl... Digo, Aile.—la vampira suspiró para sus adentros, casi le decía su verdadero apellido al licántropo.

Aile. Así que la vampira se llamaba Aile. Era un nombre bonito, como ella, remarcó Croy. El licántropo se empezó a insultar mentalmente por pensar semejante cosa de Aile. De una vampiresa.

—Encantado. Yo soy Croy.—le respondió él.

—Encantada.

Aile se apoyó con la mano derecha en el brazo izquierdo de Croy y con un gran esfuerzo, hacercó su boca al comienzo de la herida. Apoyó sus labios sobre la sangrante herida y comenzó a beber la sangre de Croy. Sin embargo, para su sorpresa, no era tan desagradable, y la vampiresa pronto comprendió que no es que no fuera desagradable, es que le gustaba. La sangre de Croy le gustaba.

El licántropo se envaró en cuanto Aile le empezó a beber la sangre del hombro, pero enseguida se relajó. No era tan malo. Entonces cayó en lo increíblemente sexy que estaba en esos momentos la vampiresa, bebiendo cuidadosamente su sangre. La miró de reojo, y no pudo evitar mirarle el pecho. Una pequeña parte del sujetador se le veía en el canalillo. Era negro. Croy apartó la vista inmediatamente y se fijó en una cosa. Esta vez sus ojos miraban a Aile, pero ya no miraban su pecho si no a sus labios. Y el licántropo volvió a sorprenderse a sí mismo deseando besarlos, y besar ese cuello, y sentir suya a Aile. La herida comenzó a cerrarse y la vampiresa se apartó. El momento ya había terminado. Sin embargo, la vampiresa se volvió a acercar a él y le lamió unas gotitas de sangre que tenía por la zona de los abdominales, luego repasó una última vez la herida con su lengua y su apartó. Entonces cogió el brazo derecho del chico y le lamió el moratón del antebrazo, que desapareció casi inmediatamente. El dolor desapareció. Aile entonces de dejó caer ligeramente hacia atrás, pero no se movió del sitio.

—¿Te duele?—le preguntó a Croy con su suave y dulce voz.

—No, gracias.

La vampiresa lo miró fijamente. En los ojos verdes de él había una extraña llama. Una llama que también había en los de ella. Aile apartó a un lado el saber que eran razas totalmente opuestas y le sonrió.

Croy paseó su mirada por el rostro de la chica hasta sus labios curvados en una sonirsa. Los tenía rojos de sus sangre. Le puso la mano derecha en la mejilla izquierda y con su dedo pulgar le limpió la sangre.

Ambos se olvidaron por un segundo de lo que eran... Y descubrieron que sentían algo el uno por el otro. Pero el momento pasó, y el licántropo retiró su mano inmediatamente, y ambos bajaron la cabeza.

—Quizá las sanguijuelas no sean tan malas, después de todo...—murmuró Croy.

—Lo mismo digo de los chuchos... Al fin y al cabo las familias humanas suelen tenerles un afecto especial a los cánidos.—le replicó ella.

—¿Desde cuando los vampiros sentíis algo?

—Sentimos más cosas de las que os pensais, chucho.

Aile se levantó y Croy hizo lo mismo.

—Intenta no hacerte demasiado daño.—le dijo Aile.

—¿Por?—Croy alzó una ceja.

—No lo sé.—le respondió la vampiresa encogiéndose de hombros.

—Lo mismo digo.

—No hace falta que te preocupes por mí...

"Eso sí que no me lo puedes pedir, Aile"pensó el licántropo.

La vampiresa se puso la cazadora y salió de la habitación.

"¿Qué diablos me está pasando?"pensaron ambos.

Cuando Aile volvió a su casa, ya era de noche. La chica subió rápidamente a su habitación y se cambió los botines por unas zapatillas deportivas negras. Tenía que quitarse aquella sensación de encima. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que salir de caza? La vampiresa bajó a la carrera las escaleras y se dirigía al bosque cuando se encontró con Grisam. El vampiro era muy alto y fuerte, de ojos grises y pelo negro. Solía ser bastante simpático por lo general.


—¿Te vas de caza?—le preguntó su hermano.

—Sí.—le respondió ella.

—No tienes sed.—comentó Grisam.

No era una pregunta, sino una realidad.

—Necesito cazar.—dijo Aile.

Grisam se encogió de hombros, si quería cazar, que cazara. Mientras fueran animales... Y, además, en el caso de Aile era obvio que solo cazaría animales ya que ella odiaba matar a los humanos.

Cada uno siguió su camino.





"Ya oísteis lo que dijeron aquellos vampiros. Están planeando una ofensiva a los Reirdhan y quieren que la gente se una a su causa."

Croy miró a los demás, la asamblea de lobos había reunido a todos los licántropos del estado. Tanto de una manada como de otra. El que había hablado era Paul, el líder de la manada de Forks, la manada de Croy.

"No podemos permitir que eso suceda. Los Reirdhan podrán parecer malvados sin escrúpulos a veces, pero gracias a ellos se mantiene una tregua entre nosotros y los vampiros, y no podemos olvidar todas las guerrillas entre clanes tanto de una raza como de otra que se han finalizado desde que hace dos mil años comenzaron a mandar los Reirdhan." dijo Selyan. Selyan era una licántropa blanca como la nieve de ojos grises, era la líder del clan de licántropos de Seattle.

"¿De verdad convivís tan bien con los vampiros, clan de Forks?"preguntó Richard, un licántropo negro de ojos castaños y líder de otro de los clanes.

"Sí, de no ser por ellos, hoy habríamos perdido a un miembro de la manada"le respondió Paul, mirando a Croy. Todas las miradas se centraron en este.

"Eso es cierto, si no fuera por un miembro de los Winsher, Croy habría muerto desangrado. ¿Verdad, hermano?"añadió Saphira.

"Cierto, mi herida era demasiado grave como para sobrevivirla."respondió secamente el interpelado.

La reunión continuó, y los clanes llegaron a la conclusión de que había que avisar a todos los vampiros y licántropos posibles, y, por supuesto, a los Reirdhan.

Los Reidhan era un clan enorme de vampiros y licántropos, el más grande conocido y además el único en el que había dos razas unidas. Los Reirdhan eran la monarquía de los vampiros y licántropos y cuidaban que su existencia fuera secreta. Con como castigo la muerte de aquel que osase quebrantar esa ley.


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