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 Fic Hellsing - Ángelus +18

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ángelusdrakul

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MensajeTema: Fic Hellsing - Ángelus +18   Fic Hellsing - Ángelus +18 I_icon_minitimeJue Ene 06, 2011 10:24 am

Hola a todos, soy nueva en esta pagina, y he querido poner mi primer fanfic de Hellsing, como es de suponer, algunos personajes no son mios sino de Kohta Hirano, pero no todos, algunos son mios, si conocéis Hellsing sabréis distinguirlos jejeje. Que disfrutéis.

ÁNGELUS, LA ÁNGEL DE LA OSCURIDAD

1. DESEAR LA MUERTE

Año 1749. Transilvania, Rumania.

Era un día soleado a pesar de algunas nubes, en esa época del año hacia sol casi todos los días, y a los transilvanos les gustaba que hiciera sol. En esos tiempos, había mucha gente pobre y mucha gente rica, además de ladrones, asesinos, y sobretodo brujos. Los ricos vivían en el centro de Transilvania, y en esa época eran educados y formales, tanto hombres como mujeres, todos menos una. En una de las familias mas conocidas y respetuosas del estado, había una chica joven de 18 años, de pelo negro largo hasta media espalda y liso, con ojos marrones. Se llamaba Ángela Valirius, y su familia era la mas antigua de Transilvania. Ahora, ella era la única de su familia con vida. Seis meses atrás, cuando volvió del extranjero, se entero de una trágica noticia, sus padres habían muerto por envenenamiento, y su hermana menor, Ana, estaba en coma en el hospital. Eso la destrozo completamente, tanto que dejo los estudios y todo, estaba siempre en casa encerrada en su cuarto.

A diferencia de las demás chicas de su edad y ricas, ella no se vestía como ellas, sino como los hombres, pero de forma mas femenina, camisa blanca con las mangas anchas, caquetá sin mangas de color rojo oscuro, medias de seda negras con botas negras. Ahora llevaba el pelo suelto. Pero también solía llevarlo recogido en varias ocasiones. A pesar de esas vestimentas, todos respetaban y simpatizaban con ella, sobretodo por lo que ocurrió con su familia. Sus amigos y conocidos intentaban animarla para que saliera mas, pero el único que podía hacerla salir era un joven, su prometido, de nombre James. Ese día, Ángela estaba saliendo de su casa con su caballo preparado, cuando oyó que alguien la llamaba a sus espaldas. Ella se giro y vio que eran sus amigas que justo iban a verla. Mientras ellas corrían un poco con la falda cogida, Ángela ató su caballo negro a la puerta dy hierro.

- Buenos tardes Ángela. - saludo la chica que estaba en medio, del vestido azul oscuro. - ¿Vas a salir?

- Buenos días chicas. - saludo ella. - Sí, voy a ir a ver a mi hermana pequeña al hospital. - contestó.

- OH, ¿Cómo se encuentra? - pregunto otra, vestida de color beiges.

- Sin cambios, pero creo que si voy visitándola ayuda en algo. - contestó ella.

- Me alegra esa forma de verlo. - dijo la del vestido azul. - ¿Luego querrás ir a la plaza con nosotras? - pregunto animada.

Ángela lo pensó un poco, bajando la mirada. La verdad es que no estaba de humor para pasear, pero no quería dejar plantadas a sus amigas otra vez, ellas se preocupaban por ella, por eso decidió ir.

- Quizás cuando vuelva del hospital pueda ir. - dijo ella con una pequeña sonrisa.

- ¿De verdad? ¡Bien! - se alegro la misma chica.

Con unas sonrisas simpáticas y alegres, las tres chicas se despidieron de ella y se marcharon por la dirección de donde habían venido. Cuando Ángela las perdió de vista por la esquina de la calle, cogió las riendas del caballo y se subió en el, entonces cabalgó con calma hacia el hospital por la ciudad, que no estaba muy lejos. Ángela confiaba que su hermana saldría del coma, a pesar de haber pasado ya seis meses. Su familia tenía un secreto, que solo los criados de la casa sabían, y ese secreto tenía que ver con ellas dos. Desde nacimiento, Ángela y su hermana tenían un don, un poder cada una; Ángela poder mental, puede mover cualquier cosa con la mente y otras cosas, y su hermana Ana, podía leer el futuro, pero a causa de eso tuvo siempre el cuerpo débil.

Con el paso de los años, Ángela entendió que si seguía usando su don, podría acabar con ella, por eso decidió dejar de usarlo. Lamentablemente, Ana no tuvo tanta suerte, su don no podía dejarse, las visiones le veían sin avisar, por eso, misteriosamente, enfermaba o algo así, pero Ángela siempre la cuidaba. Cuando su hermana fue envenenada como sus padres, Ángela quedo sorprendida al ver que ella no había muerto, pero también se alegro enormemente. Nadie sabía de ese secreto, solo lo supieron sus padres y algunos criados leales a la familia, ya que, ellas fueron cautas para que nadie lo supiera y les pasará algo malo. Ángela finalmente llegó al hospital, ató a su caballo y cuando entró allí fue recibida por el médico encargado de su hermana.

- Bienvenida, Lady Valirius. - saludo el doctor.

- Buenas tarde doctor, ¿Cómo esta ella? ¿Ha mejorado? - pregunto ella impaciente pero educada.

- Sigue igual, pero poco a poco va cogiendo mas color, eso es que esta curándose del veneno. - informó el doctor mientras caminaban con calma hacia la habitación de su hermana.

- ¿Ha podido saber por qué sobrevivió al veneno? - pregunto ella algo inquieta.

- A mi también me sorprendió, lo investigue una y otra vez pero nada, viendo que ella se esta recuperando me hizo dejarlo de una vez.

Con eso Ángela quedo tranquila, deducía que ella se salvo gracias a que tenía un don sobrehumano o por otra cosa, y no por casualidad. Enseguida llegaron a la habitación de Ana, donde se la veía tumbada completamente inmóvil boca arriba, tapada con mantas blancas y vestida con ropas blancas. Al acercarse, se pudo ver que Ana era muy parecida a su hermana Ángela, solo que ella tenía el pelo castaño oscuro y algo mas bronceada. Tenía las manos tumbadas sobre su vientre tapado por la manta, al estilo de los difuntos en un ataúd a simple vista, pero eso a Ángela no le importaba. Ángela fue con una sonrisa hacia su dormida hermana, y con lentitud se sentó al borde de la cama con la cintura girada un poco para estar de cara a ella, ignorando al doctor, que observaba todo con calma, dejando unos momentos para ambas.

- Hola hermanita, soy yo. - saludo ella, cogiendo de la mano a su hermana. - Me alegra verte con buena cara.

Y así estuvo un buen rato, el doctor decidió irse para dejarla sola. Ángela hacía lo que le dijo el doctor, hablarle hacia que quizás entendiera que estaba allí con ella, diciéndole que despertará, pero de momento no pasaba nada. durante seis meses Ángela fue día tras otro a verla y hablarle, para darle animo y despertará pronto, poco a poco Ana iba mostrando que mejoraba, pero Ángela deseaba que abriera los ojos y volviera con ella a casa. Le iba contando cosas, lo que hace, lo que hacen los demás, lo que pasa por la ciudad y cosas divertidas. Mientras hablaba, le iba tocando el pelo y la cara con ternura y tristeza, deseando que ocurriera algo bueno, pero nada pasaba, y eso la entristecía mas todavía. Después de una hora y medía, Ángela decidió retirarse por ese día.

- Bueno hermanita, tengo que irme, las chicas esperan y ya las he dejado plantadas mochas veces, prometo volver mañana.

Después de decir eso, se inclino para besarle la frente con ternura y suavidad con los ojos cerrados. Estuvo así un rato, y de sus ojos salieron unas lagrimas de dolor y sufrimiento, después quito sus labios para apoyar la frente un momento.

- Disculpe Lady Valirius. - dijo una voz en la puerta de la habitación.

Ángela al oírla se giro sobresaltada, y vio que era la enfermera vigilante, asomándose por la puerta. Suspiró aliviada, con una mano sobre su pecho agitado, por su corazón acelerado por el susto.

- Las horas de visita ha terminado, debe irse por hoy. - le hizo recordar, después se marcho al instante.

- Claro… - dijo pero la enfermera ya se había marchado.

Entonces, Ángela se puso en pie, y puso bien la manta para taparla bien. La miró durante un momento con una sonrisa.

- Hasta mañana. - se despidió ella.

Con eso, Ángela se fue de allí por ese día. Cuando llegó a la salida se volvió a encontrar con el doctor, que revisaba unos informes médicos. El doctor la oyó venir y giró la cabeza a ella, se saludaron y despidieron con una sonrisa. A esa hora ya solo había pacientes y médicos, sin visitas. Ángela subió a su caballo negro y fue hacia la plaza donde estaban sus amigas. Frente al hospital había un camino que iba directo a la plaza, donde a esa hora estaba lleno de gente. En esa plaza había una caverna, que era propiedad del padre de James, llamado Raza, y también fue amigo de su padre, que le permitió el compromiso de su hijo con ella. James y Ángela se conocían desde pequeños, se amaban desde entonces, por eso sus padres les permitieron el compromiso, pero ahora con lo ocurrido con su familia, dejaron que ella tomará su tiempo para estar preparada para casarse.

Ángela fue hacia la caverna, y allí ató a su caballo, en la valla frente a la terraza del bar. Al instante un joven que trabaja allí le puso agua y paja al caballo, que estaba hambriento. Ella se sorprendió, y cuando fue hacia él a la entrada, junto a él estaban Raza, su jefe, y James. Al entender que fue obra de ellos, ella se rió con ironía, apoyando las manos en la cintura.

- Cuanto tiempo sin verte hija. - saludo Raza.

- Hola Raza, James. - saludo ella, girándose después a su prometido.

- ¿Has ido a ver a tu hermana? Las chicas han pasado y me lo han dicho. - dijo James, caminando hacia ella.

- Sí, ha mejorado un poco, pero aún no despierta. - informó ella.

- Bueno, todo a su tiempo. - consoló él con una sonrisa.

Eso hizo sonreír a Ángela. James estuvo frente a ella, entonces la abrazo por detrás de la cintura y la pegó mas a él, ella se sonrojo pero sonrió, viendo que él siempre hacia eso cuando estaban juntos. Raza decidió dejarlos solos y se llevó al joven camarero. Cuando estuvieron solos, James la cogió de la mano y la hizo caminar, yendo a la parte trasera de la caverna. Siempre iban allí para estar a solas con intimidad. Cuando estuvieron allí solos, James la hizo apoyarse en la pared, con él enfrente con las manos apoyadas en cada lado de ella en la pared.

- Me alegra que estés aquí, estaba preocupado. - dijo él con sinceridad. - Todos deseábamos que salieras de casa, tomar el aire y divertirte.

- Necesitaba tiempo, aún no me hacia a la idea. - dijo ella con una pequeña sonrisa y la mirada baja.

- Debes estar aliviada de que tu hermana se salvará.

- Sí mucho, aunque desearía que despertará.

James vio la tristeza reflejada en el rostro de Ángela, a pesar que mostrar una sonrisa. Entonces, él cogió la barbilla de ella para que lo mirará fijamente, después con lentitud, se fue inclinando poco a poco, hasta que rozó los labios de ella con un beso, ambos cerraron los ojos y empezaron a besarse con dulzura, y después él la abrazo por la espalda y la nuca, enredando los dedos en la melena negra. Ella simplemente puso las manos en los costados de él, mientras el beso se hacia mas apasionado.

- Te quiero Ángela, desde niños que te amo. - confesó él, dejando de besarla un momento para después seguir.

- Lo se James, lo se. - aseguro ella en susurro.

Ambos estuvieron besándose durante un rato, sin que nadie los viera. Ángela, a pesar de todo lo ocurrido, seguía amando a ese joven, que también la amaba. Jame dejo de besarla y bajo a su cuello, besándolo con deseo. Ella le dejo hacer, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, y cuando hizo eso, de repente, sintió algo extraño que la hizo sobresaltarse y hacer que James se apartará de ella.

- ¿Ángela? - llamó él confuso y parpadeando un par de veces.

Vio como Ángela se mostraba pálida y algo asustada, pero también confusa por ello. Ella no entendió esa reacción de peligro, y mas con James. Se tocó la frente y notó que estaba mojado por el sudor. Desde hacia algún tiempo que estaba así, como si algo malo estuviera pasando a su alrededor, e iba a peor.

- ¿Ángela, estas bien? - pregunto James preocupado.

Ella alzó el rostro confusa, y cuando vio la preocupación de James, intento parecer calmada y tranquila.

- Sí, estoy bien perdona. De repente he tenido dolor de cabeza y era insoportable, pero ya paso. - se excuso ella con naturalidad.

- ¿Seguro qué estas bien? - pregunto él acercándose a ella.

- Si si. - aseguro ella con los brazos estirados hacia él para detenerlo. - Lo siento pero, creo que me iré a casa a descansar, lo siento.

Con eso, ella se fue del callejón hacia su caballo, dejando plantado a James, que estaba confuso. Antes de que pudiera pararla, ella ya cabalgaba lejos. James se resignó, dejando caer rendidos los brazos, y apoyó el hombro en la esquina del local, mirando hacia donde ella se alejo. Mientras, alguien se acercaba a él por detrás, y James se dio cuenta pero ni se giro. Los pasos cesaron, el sujeto estaba a un metro de James en las sombras.

- Espero que no vayas a abrir la boca hijo, sobretodo a ella. - dijo el sujeto a sus espaldas.

- Tarde o temprano ella se dará cuenta por si sola padre, deberíamos decirle la verdad. - aconsejo él sin girarse.

Entonces, por decir eso, Raza coge del cuello de la camisa a su hijo y lo empotra contra la pared con fuerza, sin dejar de cogerle de esa forma, lo mira fijamente, ambos se miraron cara a cara. James no se molesto en quitárselo de encima, solo puso las manos sobre cada brazo de él, mirando directo y serio, sin mostrar miedo.

- Pobre de ti que hagas eso. - advirtió Raza. - Te recuerdo que tu también estuviste en ello, te lo recuerdo.

- Pero fuiste tu quién insistió en hacerlo, diciendo que debíamos hacerlo para así conseguirlo. - corrigió James con enfado.

- Tu la amas James, y querías casarte con ella, por eso querías hacer lo que fuera para que cumplieras ese deseo, yo te ayude en eso, así que eres responsable también.

Ante eso James no dijo nada, y giro la mirada bajándola. Raza vio con eso de que había ganado el duelo, y lo soltó vacilante.

- Por fin escuchas, me alegro. Por tu bien y por el mío, deberás tener la boca cerrada, y cuando ustedes dos estén casados, podrás contárselo si quieres, entonces no podrá hacer nada.

Cuando acabo de hablar, Raza volvió por donde había venido, dejando solo a James, sin moverse del lugar durante un rato. Él odiaba las maneras que tenía su padre de hacer las cosas, que nadie sabía. James nunca lo ayudo en esas ocasiones, pero aquella vez lo hizo, y ahora se arrepentía de ello, sobretodo por su amada Ángela.
Entonces, él se derrumbo al suelo sin despegarse de la pared, y con las manos en la cara, ocultando su rostro lleno de lagrimas, sintiendo dolor y culpabilidad, por Ángela sobretodo. Sin que James se diera cuenta, estaba siendo observado por un hombre vestido de negro, sonriendo contento. Rato después, la figura de negro se alejo entre la gente yendo a un lado y a otro, sin parecer importarles quien era ese hombre de negro y pálido.

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Faltaban pocas horas para el anochecer, y Ángela estaba en casa, encerrada en su habitación, inquieta e insegura. Cuando estuvo con James intimando, sintió peligro y miedo, y eso nunca le paso con él. También sintió otra cosa en ese momento, como si algo los observará, mejor dicho, que la observaban a ella fijamente. Desde hacia tiempo sentía una presencia cerca de ella, acechándola y observándola. En ese momento, seguía sintiendo la presencia, e iba asustándola poco a poco, pero se mantenía firme a todo. Desde que volvió de la plaza, los criados querían animarla para que comiera algo, pero nada, y les preocupaba, ya que, solo había desayunado. Todos los criados estaban a lo suyo en silencio, hasta que, se oye a una de ellas corriendo por las escaleras al segundo piso, yendo a la habitación de su señora. Está pica nerviosa y con prisa la puerta y la abre después de tener el permiso. Al ver a la criada jadeante y cansada por su carrera, Ángela se puso en pie y fue hacia ella.

- ¿Qué pasa con tanta prisa? - pregunto ella preocupada por la criada.

- Señorita, es algo urgente, del hospital. - informó la criada sin aire. - Tiene que ir allí enseguida.

Al oír eso, Ángela sale corriendo de allí, pide a algún criado que atienda a la criada antes de irse a caballo hacia el hospital. Mientras iba hacia allá, iba pensando que quizás su hermana estaba despierta, deseaba que fuera eso, con todo su corazón. Gracias a que e caballo fue rápido, llegó en poco tiempo y sin hacer daño a nadie por el camino. Dentro del hospital fue recibida por una enfermera que la guió rápidamente hacia la habitación de su hermana, aunque no hiciera falta. Corriendo llegaron a la habitación con rapidez, y dentro, Ángela vio al doctor de pie frente a la cama de su hermana, serio y con los brazos cruzados. Ella no entendió nada, el OR qué el doctor estaba allí parado sin hacer nada, entonces giro la mirada hacia Ana, y vio que era atendida por dos enfermeras.

- ¿Doctor, qué esta pasando? ¿Qué le ocurre a mi hermana? - pregunto Ángela mirando al doctor exigiendo respuestas. Viendo que él no se giraba a ella ni le decía nada, ella molesta y nerviosa se puso frente a él. - ¡Dígame algo!

- Señorita Ángela por favor, cálmese. - pidió la enfermera que la acompaño.

- ¡No me diga que me calme en un momento así! - exclamó ella enfadada. - ¡Quiero saber que le pasa a mi hermana y por qué él esta aquí parado!

El doctor no dijo nada a pesar de las palabras de Ángela, y al verlo aún así, la enfureció tanto que lo cogió de las ropas y lo alzó un poco hecha una furia. La enfermera intento detenerla, pero para ella la chica morena era demasiado fuerte, y el doctor parecía no querer defenderse, eso las dejo confusas a las dos, pero Ángela seguía queriendo una explicación rápida.

- ¡Diga algo doctor! - exigió ella, empezando a llorar un poco. - ¡Por favor dígame que le pasa a mi hermana pequeña!

Entonces, él bajo la mirada con los ojos cerrados, y en ese momento las enfermeras dejaron de atender a Ana, y con la otra enfermera se retiraron de allí, dejando solos a Ángela y el doctor. Preocupada, Ángela dejo al doctor y rápidamente fue hacia su hermana dormida, viendo que físicamente estaba bien, por eso no entendía el aviso que le dieron.

- Ángela… debes saber algo, y también saber entenderlo. - dijo el doctor desde donde estaba.

- ¿Qué cosa? - pregunto ella, girando la cabeza sobre su hombro confusa. - ¿Qué le ocurre doctor? Por favor dígamelo.

Él no dijo nada, primero camino hacia ella, y entonces con cuidado se sentó con ella en el borde de la cama, a los pies de la paciente dormida. Al verlo tan serio, Ángela empezó a inquietarse, deseaba que no fuera nada terrible sobre su hermana.

- Tu hermana… ha empeorado. - dijo él con pesar.

Al oír eso, Ángela sintió con una corazonada fuerte y dolorosa, con si su corazón se hubiera parado en ese momento. Los ojos los abrió como platos, se le irritaron pero ella no quiso parpadear aún, ya que deseaba ver en el doctor algún signo que dijera que estaba mintiendo o diciendo una broma pesada. El rostro del doctor no cambio, y ni siquiera quiso mirar a Ángela para no ver su rostro de confusión y sorpresa.

- ¿Qué esta… diciendo? - pregunto ella casi sin voz.

- Antes cuando viniste a verla, no había signos de que hubiera problemas… pero de repente, su estado de subconciencia ha dejado de mostrar signos de querer salir del coma, como si no deseará volver… físicamente esta curada, pero mentalmente a empeorado, y con eso es imposible que despierte. - explicó él sin mirarla, cerrando los ojos con pesar al final de la frase.

- No… esto no puede ser cierto… - negó ella, mostrando una sonrisa de burla. - Déjese de bromas doctor.

- No estoy bromeando Ángela. - aseguro él con seriedad.

- ¡Esta mintiendo! - exclamó ella con lagrimas en los ojos. - ¡Miente, ella no puede haber dejado de luchar!

Ante ese dolor y sufrimiento, el doctor la miró y vio como lloraba a brotes, dejando que las lagrimas deslizaran por su cuello y goteando por su barbilla y mandíbula. Entonces, ella frustrada dejo de mirarlo para girarse de nuevo a su hermana, y dolida la sujeto por los hombros y empezó a agitarla, como si así pudiera despertarla de su largo sueño.

- ¡Ana, por favor Ana, dime que no es verdad lo que él dice! ¡Tienes que estar luchando, debes luchar para así volver conmigo! - gritaba ella entre lagrimas. - ¡Por favor despierta, abre los ojos, ábrelos!

A pesar de los gritos y suplicas, la chica de pelo castaño oscuro no mostraba signos de reaccionar a su llamado, seguía estando dormida profundamente sin parecer querer despertar. Viendo que lo que dijo el doctor al final era cierto, dolida, se derrumbo sobre el pecho de su hermana con los brazos alrededor del cuello de ella, llorando en voz alta y con los hombros moviéndose por los sollozos. El doctor quiso consolarla, pero sabia que sería imposible, por lo que, frustrado y apenado, se puso en pie y se retiro de allí cerrando la puerta tras de si. Al salir vio a las enfermeras esperarlo fuera, al parecer habían oído la conversación y los sollozos de Ángela. Con la mirada les dijo que la dejaran sola con su hermana, y ellas apenadas le hicieron caso y volvieron a sus tareas.

Ángela estuvo allí mucho tiempo, y poco a poco empezó a cansarse de llorar, y las lagrimas ya no podían salir mas, como si ya estuviera seca. No supo cuanto tiempo estuvo allí y le daba igual, no podía moverse de donde estaba, con su hermana bajo su cabeza, inmóvil y calida a pesar de estar dormida por mas de seis meses. Entonces, se incorporó un poco, y miró a su hermana, tranquila y sonrosada, entendió que allí ya no podía hacer nada, por lo que, con lentitud se puso en pie y como sonámbula se fue de la habitación. Cuando paso por recepción antes de llegar a la entrada, el doctor y las enfermeras de antes, que les tocaba hacer guardia esa noche, la vieron irse como si fuera una zombi apenas aguantando de pie, con los ojos rojos de tanto llorar, el pelo desordenado y la cara llena de lagrimas secas. Las enfermeras quisieron detenerla y consolarla, pero el doctor las detuvo, dejando que Ángela se marchara, a pesar del dolor ella sería capaz de llegar a su casa entera, estaba seguro de ello.

Una vez fuera, Ángela sintió el viento frío de la noche, entonces alzó la cabeza para ver el cielo nocturno despejado y lleno de estrellas brillando junto a la luna llena. Tan dolida estaba, que tardo en oír los llamados de su caballo, que al verla empezó a gruñir y patear el suelo con una pata. Viendo que estaba impaciente, ella entendió que él entendía como se sentía, dolida y sola. Fue hacia él y lo acarició por el moró y el cuello para calmarlo un poco antes de subirse sobre él. Con un rápido movimiento ella estuvo sobre el caballo negro, y entonces con una patada al estomago lo hizo cabalgar, pero no fue hacia el camino hacia su casa, fue por otro diferente, no deseaba irse a casa ni estar mas tiempo en el hospital.

Ella hizo que su caballo dejara de correr para caminar con lentitud y calma, tenia la mirada baja y no parecía querer ir a algún sitio en concreto, solo dejaba que el caballo caminará por su cuenta. Si eso era una pesadilla, ella deseaba despertar, ya había sufrido bastante; sus padres muertos, su hermana en coma, y ahora estaba peor, sin signos de querer salir del coma, las cosas no podían ir a peor ahora. Sin que ella se diera cuenta, el caballo camino hasta llegar a la plaza donde estaba la caverna de Raza y James, que a esa hora estaba llena de gente conocida. El caballo se paro justo frente a la barra para atar a los caballos, entonces ella al oír la música y la gente alzó la mirada y vio la caverna. Confusa miró a su caballo, éste gruñó una vez, como diciéndole que se animará.

Viendo que el caballo no se iba a mover de hay por un buen rato, Ángela se bajo y lo ató a la barra con desanimo. Suspirando, decidió entrar en la caverna, que estaba bien iluminada y animada por la gente y las bailarinas del escenario. Algunos al ver a Ángela la saludaron, ella disimulo una sonrisa a pesar de tener la saca llena de lagrimas secas. Rápidamente, con el rostro tapado con su melena negra a duras penas, fue directa a la barra donde estaba Raza sirviendo copas a los clientes habituales.

- ¡Eh Raza, mira quién ha venido! - aviso uno que vio a Ángela sentarse a la barra a su lado casualmente. - ¡Nada menos que la hermosa prometida de tu hijo James, ajajá!

El hombre estaba ya bastante borracho, pero él era buen amigo de Raza y del difunto padre de Ángela, por lo que también era amigo de ella. Tanto Ángela como Raza se rieron un poco de él, y su compañero decidió que ya había bebido bastante, por lo que le apartó el vaso de cerveza y lo cogió para cargarlo sobre el hombro.

- Bueno, buenas noches Raza, Ángela. - se despidió el amigo con el borracho a cuestas en el hombro.

- Buenas noches. - se despidió Raza mientras limpiaba un vaso con el trapo.

- Sí, buenas noches. - se despidió Ángela en bajo.

Cuando Raza la oyó de esa forma, se acercó a ella preocupado, viendo como ella tenía una mirada vacía y triste. Cuando tuvo el vaso ya limpio lo dejo en su sitio sin dejar de mirar a Ángela, que estaba ahora apoyando los brazos sobre la barra como solían hacerlo los hombres cuando estaban deprimidos o molestos por algo, ella estaba mas de lo primero que de lo segundo, pero también había otra cosa.

- ¿Ángela? ¿Te ha pasado algo hija? - pregunto Raza, apoyando las manos en la barra frente a ella.

- ¿Puedes ponerme lo de siempre Raza, por favor? - pregunto ella sin alzar la mirada, con un voz vacío y solitario.

- C-Claro pero, no deberías tomar eso a estas horas de la noche. - aconsejo él, extrañado por el comportamiento de Ángela. - ¿Puedes explicarme que te ocurre?

- No Raza, ahora no. - contestó ella. - Ponme lo que te he pedido… por favor…

Al ver que ella no iba a hablar, Raza dejo de insistir y fue a buscar lo pedido, dejándola sola con sus pensamientos. Una vez sola completamente, sin gente cerca suyo en la barra, se metió de nuevo en su mundo, pensando en todo lo ocurrido hasta ahora, todo fue como si le hubiesen clavado varios puñales en el corazón, dejándolo perforado y destrozado pero aún latiendo. Ella en verdad deseaba que se detuviera para dejar de sentir ese dolor, aunque fuera un instante. Mientras, sin que ella se diera cuenta, un par de hombres adultos pero no muy viejos la observaban desde detrás suyo a cierta distancia, sentados en una mesas llenas de barras de cervezas. Ellos la miraba divertidos e impacientes por acercarse a ella y probar suerte. En cierto modo, nunca habían visto a una mujer con esa ropas tan masculinas, que marcaban un poco si delgada figura y sus curvas jóvenes. Eso a ellos les llamaba la atención.

Entonces, sin esperar mas, ellos se pusieron en pie y vacilantes fueron hacia la barra donde estaba ella sentada. Después, cada uno se sentó a cada lado de ella, el de pelo largo hasta la nuca rubio en el lado izquierdo, y el de pelo castaño rojizo en el derecho. El rubio con una risa apartó el pelo de ella de la cara para verla bien, y el otro apoyó la cara en una mano para observarla fijamente, viendo lo hermosa que era.

- Hola guapa, vemos que estas sola. - dijo el rubio con seducción. - Nosotros también lo estamos.

- ¿No te gustaría pasar un buen rato con nosotros? - pregunto el castaño, cogiendo la mano de Ángela para convencerla.

Ángela no dijo nada, pero lo que si hizo fue apartar su suyo y la del rubio que tenía rozando su cara, sin dejar de ignorarlos. Ante eso, ellos se molestaron un poco, pero no se rindieron. Entonces, el rubio probó con acariciarle el muslo sin que se viera mucho, el otro se rió un poco, pero vieron que la chica ni se inmutaba, por lo que, el castaño riéndose con perversidad, intento ponerle la mano sobre el pecho, pero en ese momento una voz aguda le detuvo a él y su compañero.

- ¡Eh ustedes! ¡Dejen en paz a Ángela, ahora mismo! - dijo la voz de Raza mientras se acercaba.

Este volvía con una botella de vino tinto especial de la casa, y al ver que Ángela estaba siendo molesta por una panda de borrachos mujeriegos quiso actuar. Estos al verle mostraron un rostro de molestia, ya que, les había interrumpido la fiesta. Sin hacerle caso, ellos siguieron con su intento de seducir a Ángela, pero este no lo aguanto y quiso darles una paliza saliendo de la barra.

- Déjalo Raza. - le detuvo la voz de Ángela. - Ellos son solo unos ignorantes.

Los tres hombres se giraron a Ángela, Raza quedo sorprendido de que Ángela no estuviera enfadada con ellos por haber puesto una mano encima, pero por el contrario, los dos hombres ante el insulto se enfadaron, pero el rubio después se lo tomo a risa la valentía de la joven transilvana. Entonces, como olvidando lo que dijo ella, el rubio paso el brazo por la cintura de ella y la acercó a él con fuerza.

- Vamos guapa, te aseguro que te divertirás con nosotros, no te arrepentirás. - dijo él, mientras pasaba la mano por debajo de la camisa de ella, subiendo al pecho.

- ¡He dicho que la dejéis en paz amigos! - exclamó Raza al ver eso, hecho una furia.

- Tranquilo Raza, están demostrando que son unos ignorantes todo el rato. - se burló ella tan tranquila.

- ¿Cómo has dicho zorra? - pregunto el castaño ya harto.

- Ignorantes, ¿o es que tengo que deletrearlo para que puedas entenderlo imbécil? - pregunto Ángela, girándose a él con una mirada fría y sin arrepentimiento.

Por esa contestación, el castaño hecho una furia y humillado por una mujer, la golpea con el lomo de la mano con fuerza, eso hace que ella caiga de espalda al suelo, y todos los que estaban cerca se apartaron con un grito de espanto, todos los del bar se giraron a la escena sobresaltados y curiosos ante el ruido de la silla caerse y hacerse añicos y la chica caer en picado al suelo con la espalda recta pero la cabeza hacia delante para no golpearse fuerte. Ante eso, Raza sale corriendo de la barra y va rápidamente hacia Ángela, que sin gemir ni gritar de dolor, se incorporó un poco hasta sentarse y apoyarse en la pata de la mesa que tenía detrás suyo. Raza la miró y se sorprendió, ella sonría contenta y sin parecer dolida o enfadada. El hombre castaño se puso frente a ella, y el rubio se mantuvo al margen, algo fastidiado por que su amigo posiblemente mataría a la hermosa chica.

- Si yo soy un ignorante, vos sois un montón de mierda asquerosa. - insulto él con humillación, mientras que de sus ropas sacaba un revolver de la época bastante oxidado pero cargada.

Al ver el arma, Raza quiso coger a Ángela y apartarla, pero ella no se dejo arrastrar, lo que hizo fue mantenerse hay y mirando fijamente al hombre, sin mostrar miedo ni vergüenza, se abrió un poco la camisa con las dos manos para mostrar el escote, que era donde estaba el corazón, y era allí donde el hombre la apuntaba. Todos quedaron sorprendidos ante esa acción, pero el hombre de la pistola no se dejo intimidar por ello y quito el seguro con un poco de temblor, dispuesto a acabar con ella por el insulto a su persona. Ambos se miraron, ella lo miraba directa y sin miedo, provocándolo mas, y él empezó a sudar por el miedo que empezaba a sentir por esa mirada que ella mostraba, no era una chica como las demás, delicadas y asustadizas.

- Os falta el valor de la convicción señor, vamos disparé. - animo ella en voz alta y sin miedo a morir.

Raza intentaba decirle a Ángela con la mirada que dejará de provocarlo, pero ella ni lo miraba, seguía mirando al hombre del revolver. Finalmente, intimidado por la chica, el hombre bajo lentamente su arma, derrotado y avergonzado. Al momento, Raza cogió a Ángela por las axilas para ponerla en pie, ella mientras no dejaba de mirar al hombre, que con su amigo decidieron irse de allí, ya que, eran las atención de la clientela. Cuando ellos se fueron corriendo de allí, cada uno en la caverna volvió a lo suyos, pero algunos se quedaron mirando a Ángela asombrados y sorprendidos de su valor, era un orgullo para ese local. Uno de esos curiosos que la miraban, era un hombre vestido completamente de negro, asomado en la barandilla del segundo piso, que desde hay veía perfectamente a Ángela, sin que ella se diera cuenta.

Ese hombre tenía el pelo negro, largo hasta media espalda, y sus ojos estaban ocultos bajo su flequillo, pero se le veía pálido con la luz del lugar, iba de negro con unos guantes blancos, parecía llevar una capa negra larga hasta los pies, y parecía estar solo allí. No le quito ojo a Ángela, que volvía a estar sentada en la silla frente a la barra, tomando con calma su bebida.

- Eso a sido una estupidez Ángela, podía haberte herido o incluso matado de un tiro ¿lo sabes? - dijo Raza algo enfadado y aún nervioso por lo sucedido. - ¿Qué demonios te pasa hoy?

- No tengo por qué darte explicaciones Raza, no estoy de humor hoy. - dijo ella algo malhumorada.

- ¡Si tienes que dármelos! ¡Muy pronto serás la esposa de mi hijo, que te quiere tanto, y seguro que tarde o temprano se enterará de lo de esta noche! - exclamó Raza molesto, preocupado por ella.

- Pues que se entere, he hecho lo que he querido hacer en ese momento, además, por el hecho de ser una mujer no significa que tenga que comportarme como el resto, no hay norma para ello. - confesó ella alzando el rostro hacia Raza, harta de su quejas.

- Ángela… - dijo él, sorprendido de la actitud de ella en ese momento.

- Alguien debía enfrentarse a esos idiotas, que ya empezaban a ser unos pesados en este respetado local. - dijo ella, girando la mirada un momento hacia la salida, por donde se fueron los de antes.

- En eso tienes razón Ángela, pero no tenías que hacer ese espectáculo, podías haber muerto. - dijo Raza, dolido y preocupado.

- ¡Pues para mi perfecto ¿vale?! - confesó ella en voz alta. - ¡Dios me haría un favor con ello, como hizo con mis padres y mi hermana.!

Antes esas palabras, Raza se quedo paralizado de la sorpresa, viendo en el rostro de Ángela, odio y rabia, pero también dolor y sufrimiento. Entonces, con la mirada baja y los puños apretados, Ángela dejo brotar lagrimas en sus ojos, dejando que cayeran a la barra como botas de lluvia. Al verla de ese modo, Raza apartó la botella y la copa de vino para poder coger las manos cerradas de Ángela para poder calmarla un poco siquiera.

- Ángela, tranquila, cuéntame que ha pasado cariño. - pidió él con calma, mientras que con una mano intento alzar el rostro de ella pero no le dejo.

- Ha dejado de luchar… - dijo ella en susurro, empezando a temblar de dolor y odio.

- ¿Qué?

- Mi hermana Ana… ha dejado de luchar por salir del coma, ya no se sabe si algún día despertará. - contó ella apretando mas las manos, haciendo que sangrarán un poco. - Ya nunca abrirá los ojos Raza… nunca mas…

- Santo Dios… - exclamó Raza asombrado y apenado por Ángela. - Hija lo siento mucho, no debí exigiste tanto…

Ella dejo de hablar, solo estuvo allí sin dejar de temblar. Raza no supo que hacer ante una situación como esa, debía hacer algo para animarla, sino… corría el riesgo de que ella decidiera no casarse con su hijo para no hacerle ilusiones. Entonces, antes de poder decirle algo, ella se puso en pie, dejo una moneda sobre la barra y empezó a caminar hacia la salida.

- Espera Ángela, ¿A dónde vas? - pregunto Raza preocupado e inquieto.

- A casa, estoy cansada. - contestó ella, parándose un momento para girar la cabeza hacia él y responderle. - Ya nos veremos.

Con eso, ella continuo su marcha hacia la calle. Raza la vio irse, y estuvo preocupado, ya que, no estaba seguro de que esos hombres se hubieran ido sin mas. Mientras, el hombre de negro siguió a Ángela con la mirada. Entonces, sin que nadie pareciera importarle, ese hombre camino con calma al lado de la barandilla de madera, sin dejar de mirar a la puerta por donde Ángela salio. Cuando ella salio de la caverna, respiro el aire fresco de la noche, en cierto punto, eso la relajo un poco. De repente, le pareció faltar algo, al principio no supo qué, pero luego al alzar la cabeza para ver a su caballo negro, vio que ya no estaba atado en la barra de madera. Eso era lo que le faltaba, el gruñido del caballo cuando la veía salir de algún lugar, y rápidamente fue hacia allí, y vio que la cuerda no se rompió ni nada, alguien lo desato y se lo llevó.

- oh maldita sea… seguro que han sido esos desgraciados de antes para vengarse. - dedujo ella apretando los dientes humillada.

Estuvo por dejarlo correr e irse a casa caminando, hasta que un ruido la detuvo, el sonido de un caballo rugiendo y pateando cerca de allí, ella lo reconoció como el suyo negro y rápidamente siguió el sonido. No tardó en encontrarlo, el caballo estaba metido al fondo de un callejón oscuro sin salida, atado en una madera tirada allí llena de escombros. Antes de ir hacia él se aseguro de que no estuvieran esos dos, no vio a nadie, suspiro aliviada y fue hacia su caballo que empezaba a ponerse nervioso.

Cuando estuvo a su lado, le dio unas palmadas en el lomo y el cuello para calmarlo y diciéndole que estaba ella con él. El caballo enseguida se calmo al verla y oírla, entonces la dejo coger la escuela para tirar de él hacia el final del callejón e irse a casa de una vez. Todo fue bien, pero cuando ella llegó al final del callejón con el caballo, de repente la cogieron con violencia y rapidez, tapándole la boca y cogiéndola de los brazos. Ella sobresaltada y asustada empezó a moverse para liberarse, pero era inútil, y esos hombres la arrastraron de nuevo hacia el interior del callejón, uno la tenía cogida por debajo de las axilas y una mano tapándole la boca, mientras el otro, el castaño se ocupaba del caballo, que quiso huir, pero el hombre consiguió cogerlo por la cuerda y lo ató al primer lugar que vio perfecto.

- ¡Apresúrate tío! - exclamó el hombre que la sujetaba a ella, el rubio. - ¡Esta zorra tiene mas fuerza de lo que parece!

Éste así lo hace y lo ayuda, cogiéndola por las piernas para tenerla en el aire, pero ella aprovecho para darle una patada en la cara y se liberó de los dos, rápidamente fue hacia la pared del fondo y estuvo cara a cara frente a ellos, en posición defensiva y cara desafiante. El castaño se quejo de la patada en la cara y quiso vengarse, pero el rubio lo detuvo, sabiendo que ella estaba ahora acorralada por ellos, sin ayuda de nadie a quién pedir auxilio.

- Ya eres nuestras zorra impertinente. - aseguro el rubio, y con el castaño empezaron a caminar hacia ella. - Te vamos a enseñar cual es tu lugar en la sociedad.

- Empezaremos con que nos des todo tu dinero preciosa. - continuo el castaño, sangrando por la boca. - Después a algo mucho mejor…

Entonces, cuando dejaron de hablar, el castaño sacó una navaja de bolsillo, ambos con una sonrisa sarcástica en la cara. Ángela estaba acorralada, no sabia que hacer contra esos dos, mas con uno armado. Cuando los dos estuvieron justo frente a ella, el castaño la pegó contra la pared y le puso la navaja en la garganta amenazante, el rubio hizo lo suyo, poniendo una mano entre las piernas de ella, Ángela no mostró molestia ni nada, ni con la navaja en el cuello.

- ¡Danos tu dinero zorra asquerosa! - exigió el castaño ya molesto por esa mirada.

Ante la amenaza, ella siguió sin decir ni hacer nada, y eso enfureció al castaño tanto que la golpeó con tanta fuerza que la derrumbo a un lado, dejándola inconsciente. El rubio se molesto un poco por lo broto que era su amigo, pero que se le iba a hacer pensó, entonces, se agacho para empezar a divertirse con ella, hasta que, a sus espaldas oyó a su amigo gritar un instante y después un silencio, acompañado de un olor extraño.

- ¿Jack? - llamó él girándose sobre su hombro.

Entonces, vio en la otra pared a su amigo, tumbado en el suelo, con la garganta abierta por su propia navaja. Asustado, antes de poder decir algo cuando se puso en pie y ignoró a Ángela, algo que se desplazo a toda velocidad en la oscuridad lo cogió por el cuello y lo alzó como si nada del suelo, después, con mucha fuerza lo lanzó lejos de allí, haciendo que chocará contra la pared y cayera después al suelo en picado, matándolo en ese instante. Justo en ese momento, Ángela abría los ojos algo aturdida por el golpe, y sintió un ardor en el labio, se tocó y vio que estaba sangrando un poco, pero no le importó, no era grave para ella. Con dificultad se puso en pie tambaleando un poco, se aclaró la vista parpadeando y no vio a esos dos de antes, pensó que se habían ido, pero entonces vio a unas personas en ese callejón tumbadas en el suelo.

- ¿Qué ha pasado aquí? - se pregunto ella, viendo con dificultad a esas personas.

Decidió acercarse para verlos mejor, pero cuando estuvo a unos pasos de ellos, algo o alguien la cogió por detrás, por el vientre y tapándole la boca. Entonces, notó algo extraño, notó como sus pies se desplazaban por el suelo hacia atrás con demasiada rapidez, mas de la normal. Rápidamente puso una mano suya sobre la mano que tenía en la boca, y con el brazo libre intento golpear al sujeto, pero al hacerlo sintió como si golpeara una pared sólida. Cuando ambos estuvieron contra la pared, ella notó como e sujeto dejaba de sujetarla por el vientre, para luego notar como apartaba el pelo del lado izquierdo y desgarraba la camisa del hombro, dejándolo despejado completamente. Eso a ella la dejo confusa, pero antes de poder liberarse o hacer algo, notó como él volvía a sujetarla por el vientre con el brazo entero, pegándola mas a él.

- ¡mgh! - exclamó ella bajo la mano de él, exigiendo que la soltará.

Entonces, algo hizo que ella se quedara inmóvil y sonrojada, el sujeto se inclinó sobre el hombro de ella, para luego empezar a lamerlo con seducción hacia el cuello, eso hizo que Ángela temblará sonrojada y confusa, entonces, ella sintió un dolor agudo en su cuello haciendo que abriera los ojos del todo mirando hacia arriba.

- “¿Qué hace?” - se pregunto ella en su mente.

Queriendo una respuesta de ello, miró de reojo al sujeto en su cuello, no pudo ver nada en esa posición. Lo que si pudo hacer fue sentir y oír; sentía algo afilado y puntiagudo clavándose en su cuello, haciendo que sangrara, pero la sangre no se deslizó por su cuerpo, mas bien, era como si ese hombre la estuviera tomando, entonces, ella entendió que se trataba de un vampiro, que estaba mordiéndola y tomando su sangre. Al saber eso, ella asustada quiso liberarse e huir, pero estaba perdiendo fuerzas, y esa sensación hacia que ella deseará que continuará, eso ella no lo entendió. Sentía como él bebía su sangre a brotes sin soltarla, notando sus labios y colmillos fríos sobre su piel, también pudo oír como él jadeaba gustoso al probar esa sangre. También sintió como él la apretaba con fuerza hacia él, y también los colmillos dejar de clavarse en la herida.

Ángela se sonrojaba y excitaba cada vez mas, y también iba perdiendo las fuerzas, pero no soltó la mano que tenia tapándole la boca, y con todas sus fuerzas intento sujetar el otro brazo, agarrándola por la manga. Entonces, el sujeto dejo de taparle la boca, ella pudo haber gritado, pero no pudo ni quiso hacerlo, pero no pudo evitar llorar un poco por el dolor que sentía. Un rato después, el misterioso vampiro dejo de beber su sangre y se apartó del cuello de ella, pero no la soltó todavía. Ángela gimió aliviada cuando él la dejo, pero las piernas no la aguantaban, pero el vampiro la mantenía en pie, cogiéndola por el vientre y el cuello. Ángela pensaba que ese vampiro la mataría en ese momento, pero no le importaba, estaba demasiado débil como para notar algo.

- ¿Todavía deseas la muerte o ya la has sentido y saboreado bastante esta noche? - pregunto el vampiro en su oído, con una voz aguda y fría entre los colmillos llenos de sangre.

- La… suficiente… - consiguió decir ella como pudo, con voz susurrante y débil.

Con eso, el vampiro se rió entre dientes, y eso fue lo único que oyó ella antes de perder el conocimiento. Ángela volvió a abrir los ojos, y se vio tumbada en el suelo, tapada con algo, se incorporó un poco hasta estar sentada, y vio que aquello que la tapaba, era una capa negra larga y ancha. Ella no tardó en adivinar que era de ese vampiro, y eso la dejo confusa por el detalle, ¿por qué la taparía si pensaba dejarla morir allí? Tuvo esa pregunta en mente mientras miraba la capa curiosa. Entonces, recordando todo enseguida, inquieta se tocó el cuello, por donde él la mordió, y pudo notar los dos agujeros aún manchados de sangre, pero no le dolía, ni tampoco se sentía débil ni nada como antes, era raro para ella. Tan pendiente estaba de todo lo que paso, que no noto a quien tenia delante hasta que este hizo un sonido, ella sobresaltada alzó la mirada y vio a su caballo con la cabeza agachada hacia ella, como si estuviera preocupado por ella. Al verlo, ella estuvo contenta, viendo que estaba sano y salvo, con las riendas algo rotas por haberse liberado e ir hacia ella. Con cuidado, ella se puso en pie, y se sorprendió al notar que estaba igual de fuerte como antes, como si nunca hubiera estado débil ni nada. todo era muy extraño para ella, estuvo por montar su caballo cuando le llevó un olor fuerte en que venía de ese callejón, justo donde estaba ella.

Curiosa, miró a los alrededores, rodeó su caballo hasta que al fin los vio, a los hombres de antes muertos en el suelo. Vio al castaño con la garganta abierta por su propia navaja en mano, y a su amigo rubio tirado bocabajo en el suelo, con sangre bajo la cabeza, ambos mostraban un rostro de terror y sorpresa, como si no hubieran visto el ataque. Aterrada, Ángela supo enseguida que eso fue obra del vampiro, que los mato antes de morderla a ella, por estorbo o por otra cosa, no quiso saber cual. Temiendo de que el vampiro volviera allí, subió con rapidez sobre su caballo y se fue galopando de allí a toda prisa. Cuando llegó a casa, el criado encargado del caballo se ocupo de él, quiso preguntar a su señora de su tardanza, pero ella no le dio tiempo y fue con paso rápido a casa. Una vez dentro de la casa, los criados que estaba allí, limpiando los muebles y demás, se giraron a ella, suspirando aliviados, ya que, estaban preocupados por la única señora de esa casa. La jefa de servicio, una mujer mayor de edad la atendió enseguida, yendo hacia ella. Ángela se mantuvo un rato en pie frente a la puerta, con la mirada baja y inquieta, pero no quiso que ellos lo vieran. Lo que no pudo esconder de la mujer mayor fue el cortó que tenia en el labio por el golpe del hombre castaño de antes.

- Bendito sea Dios, me alegra ver que esta bien mi señora. - dijo la mujer aliviada. - ¿Dónde ha estado? ¿Qué le a pasado que tiene el labio cortado?

- Nada, uno que me ha golpeado estando borracho, estoy bien gracias. - aseguro Ángela, pasando entre los criados que se reunieron ante ella. - Voy a retirarse por hoy.

- No ha cenado aún señora. - recordó la criada en alto preocupada mientras Ángela se alejaba.

- No tengo hambre, comerlo vosotros por mi. - dijo ella sin girarse a ellos, desapareciendo en el pasillo hacia su habitación.

Con eso, los criados se quedaron allí, mirándose los unos a los otros extrañados y preocupados, nunca habían visto a su ama de esa forma, pero enseguida pensaron que era por el aviso al hospital, por lo que la dejaron sola con sus pensamientos. En ese momento, Ángela había entrado en su habitación, y cuando cerró la puerta tras de si se pegó a ella de espalda, respirando con fuerza y una mano sobre su rostro, pareciendo asustada y inquieta.

- “¿Qué a pasado antes? ¿Ha ocurrido de verdad todo eso?” - se preguntaba ella confusa.

Deseaba que todo lo ocurrido esa noche fuera un sueño, pero lo que siento en esos momentos fue demasiado real como para ser mentira. No sabía que pensar, estaba asustada por el vampiro que la mordió, pero estaba también confusa, ya que, él no la mató en ese momento, solamente la dejo allí tapada con su capa para que no cogiera frío, ¿por qué lo hizo?, quería saber el por qué de ello, pero no encontraba una razón lógica.

A la mañana siguiente, ella estuvo en la cama, sin ganas de levantarse, ya que, no consiguió dormir hasta bien entrada al amanecer. Durante el día estuvo en su habitación, medio sentada en la cama pensando en lo que ocurrió anoche, tocándose el lado del cuello donde estaba la mordedura, que ya no se notaba tanto. No quiso salir de la habitación, por lo que los criados le trajeron algo de comer a la cama. Cuando Ángela estuvo con los criados, oculto con el pelo la marca de su cuello, cosa que los criados no notaron casi. Por respeto la dejaron sola comiendo tranquila en su habitación, con unas buenas vistas desde su cama gracias a su terraza grande con las puertas abiertas, en dirección al amanecer. Eso la relajaba mucho, entonces muerta de hambre empezó a comer su desayuno. En ese momento, cuando dio en primer bocado, Ángela sintió nauseas al saborear la comida, y no tuvo mas remedio que escupirlo en el plato. Los criados entraron a la habitación cuando ella los llamó, y vieron que ella apenas había probado la comida, y los miraba con un rostro molesto y enfadado.

- ¿Ocurre algo señora? - pregunto la criada, una chica joven.

- Sí, no se que pasa que esta comida esta asquerosa, con solo probarla me han entrado ganas de vomitar. - explicó Ángela señalando la bandeja de comida.

- Pues no se señora, el cocinero lo ha probado y a asegurado que era bueno y comestible. - dijo la chica algo intimidada.

- ¿Esta seguro de ello? - pregunto Ángela confusa.

- Sí señora, pero si quiere le diré que haga otra cosa. - propuso la criada, estando por coger la bandeja.

- Espera… - dijo Ángela, deteniéndola con la mano. - Quizás soy yo… perdona, déjame intentar comerlo.

- Como quiera señora.

Con eso, la criada se apartó un poco de la cama para dejar a su ama desayunar. Ángela estaba confusa, ella no era de esa que tuviera problemas con la comida, y nunca había tenido esa sensación al probar la comida. Con miedo, tomó un sorbo de su zumo de naranja, y paso lo mismo, sintió nauseas y tosió asqueada del sabor. Al ver eso, la criada se acercó preocupada, con las manos preparadas para lo que fuera.

- ¡Mi señora, ¿esta bien?! - pregunto ella preocupada. - ¿Le ha sentado mal el sumo?

Ángela no contesto, pero dejo de toser, limpiándose la boca con el brazo. Con los cabellos ocultando si rostro, Ángela se veía aterrada y confusa, sin poder entender el por qué de esas nauseas con la comida tan repentinamente. No tardó mucho en tener una teoría, y tenía que ver con lo que paso anoche con esos hombres y el vampiro, sobretodo el vampiro.

- ¿Señora Ángela? - llamó la criada a su lado en pie. - ¿Se encuentra bien, llamó a alguien para atenderla?

Ángela se giró un poco para ver a la criada, viendo que estaba preocupada. Ella no debía saber lo que ocurría en verdad, por lo que Ángela, dando un suspiro, se echo hacia atrás, apoyándose en la almohada que tenía en la cabecera.

- Llévatelo, no me encuentro muy bien para comer. - ordenó ella sin mirarla siquiera. - No hace falta que llames a nadie, estaré bien descansando.

Con eso, la criada no se atrevió a decirle nada, por lo que cogió la bandeja de comida y se retiro de allí cerrando la puerta al salir. Rato mas tarde, los criados picaron a su puerta, preguntándole a su señora si deseaba algo, pero ella no contestó. Durante el resto del día, Ángela estuvo encerrada en su habitación en silencio, y eso a los criados les preocupo, pero no tenían derecho a molestar a su señora por sus preocupaciones, a pesar de que Ángela era muy buena con ellos, solo que ese día estaba extraña. Entendían que estaba destrozada por todo lo ocurrido, la muerte de sus padres cuando estuvo fuera, el coma de su hermana que sobrevivió al accidente por así decirlo, y ahora que su hermana haya empeorado, sin signos de querer despertar. Cualquiera en esa situación desearía morirse y vivir otra vida completamente diferente, los criados no podían ponerse en el lugar de Ángela, por mucho que la conocieran.

Cuando ya se hizo de noche, Ángela seguía en cama, y ahora se sentía muy cansada y débil, enseguida empezó a toser algunas veces. Durante todo el día no tuvo ganas de salir de la habitación, ni quería salir de la cama, el cuerpo no la dejaba. No solo era por lo ocurrido la otra noche en el callejón, era por todo lo ocurrido que estaba de esa forma. Tan pensativa estaba, que no notó que la brisa de la noche soplaba un poco mas hacia el interior de la habitación, y después, esa misma brisa, cerró con suavidad las puertas del balcón que quedaron abiertas. Cuando todo estuvo en silencio, Ángela quiso encender una luz, y encendió con cansancio la lámpara pequeña que tenía en la mesita de noche, dando un poco de luz a la habitación.

En el momento en que encendió la luz, oyó un ruido, de alguien que había dando un paso en la silenciosa habitación poco iluminada, asustada, Ángela miró en la dirección de donde provino el ruido, y entre las sombras pudo distinguir una figura humana escondida. Esa figura al ver que fue descubierta, empezó a caminar hacia la cama, y cuando le vio la luz de la lámpara, Ángela pudo ver que era él, el vampiro que la atacó la otra noche. Al verlo acercarse, ella sacó de debajo de su almohada un revolver cargado, le quito el seguro y lo apunto asustada y casi sin fuerzas. El vampiro no mostró temor al verse apuntado con un arma, por lo que siguió caminando con calma y lentitud hacia la cama, hasta llegar a los pies para apoyar las manos con una sonrisa en los labios, divertido y tranquilo.

- ¡¿Quién sois vos, qué hacéis en mi casa sin permiso?! - pregunto ella con voz ahogada por el cansancio. - ¿Ha venido para acabar el trabajo antes de que hable de lo ocurrido anoche o qué?

- He venido en respuesta a tus tristes y solitarias plegarias pequeña. - contestó él, pasando las manos por las cortinas de la cama mientras la rodeaba por el lado derecho sin dejar de mirar a Ángela con una sonrisa seductora y sonriente.

- ¿De qué esta hablando? ¿De qué me conoce? - pregunto ella, siguiéndolo con la mirada y el arma, confusa por sus palabras. - ¿Quién es usted y por qué no me mató la otra noche al morderme?

Ante esa pregunta, el vampiro se hecho a reír encantado. Entonces, empezó a pasear tranquilo por la habitación, haciendo entender que no tenía intención de matarla enseguida. A causa de la debilidad y el cansancio, Ángela finalmente dejo caer el arma sobre la cama, para luego echarse de nuevo sobre la almohada rendida. Desde que se hizo de noche, empezó a sentirse mal, como lo estuvo al ser mordida por el vampiro.

- La vida ya no tiene sentido para ti ¿verdad? - pregunto el vampiro.

Ángela lo miró de nuevo, y le vio paseando alrededor de la cama, yendo hacia el lado derecho con la mirada baja pero los colmillos un poco a la vista. La vista de Ángela estaba borrosa y cansada, por lo que, intento aclararla con ambas manos en la cara, agotada y exhausta.

- La bebida no tiene sabor, la comida te produce nauseas. - decía el vampiro, acercándose a ella por el lado derecho de la cama. - Parece que todo te ha dado la espalda, tanto que nada tiene razón de ser.

Al verlo tan cerca, Ángela quiso coger el arma, pero al ver el rostro del vampiro, su cuerpo no quiso moverse, solo giró la cabeza hacia él. Al llegar al borde de la cama, el vampiro de negro se arrodillo para estar mas cerca de ella, mirándola con sus ojos rojos carmesí y los colmillos algo salidos, mostrando un rostro terrorífico pero también hermoso y encantado.

- ¿Y si yo pudiera devolverte todo, calmarte el sufrimiento y darte otra vida? Una que no puedes imaginar, donde ni la enfermedad… ni la muerte… puedan volver a tocarte… - proponía él con una sonrisa en los labios, sonando muy convincente.

Ángela lo miró fijamente, sin apartar la vista, viendo como él le estaba ofreciendo ser como él con sus propias palabras. No dijo nada, no quiso hacerlo, solo deseaba seguir escuchando esa voz, que para ella, era relajante y daba cierta paz y calma. El vampiro ve que ella no mostraba resistencia alguna, por lo que, con cuidado y suavidad, le cogió el brazo derecho para alzar la muñeca boca arriba, y tenerla al lado de los labios, dejando que los dedos rozará su frío y duro rostro pálido, en la mejilla izquierda.

- ¿Qué queréis de mi? - pregunto ella en susurro, sin dejar de mirarlo pero encogiendo los ojos. - Si habéis venido a matarme, hacerlo ya.

El vampiro al oír eso, se quedo callado, pero después mostró una sonrisa deseosa, y sacando los colmillos estuvo a punto de clavarlos en la muñeca de ella que tenía sujeta frente a los labios, pero algo lo detuvo. La mirada que tenía Ángela lo detuvo justo antes de clavarlos, pero los mantuvo pegados a la vena de la muñeca esperando alguna reacción, pero ella, se mantenía con la misma mirada, directa y sin ningún miedo a él o a la muerte. Al ver que ella no estaba asustada, dejo de tener los colmillos hay, y mostró una sonrisa irónica, pero no dejo ir la muñeca, lo que hizo fue tenerla de fue que ella pareciera que estuviera acariciándole la mejilla. Ángela ante eso no se movió ni cambio su rostro, parecía inmune a todo en ese momento, no le importaba morir en ese momento por el vampiro.

Entonces, ella giro la cabeza un poco mas, y así mostró su cuello, donde tenía aún la marca de la mordedura, como indicándole al vampiro que podía morderla en ese punto otra vez si quería hacerlo, y ella no pudo evitar sonrojarse un poco solo recordando el modo en que él la mordió, haciendo que sintiera placer y relajación. El vampiro abrió los ojos sorprendido, pero después sonrió con la comisura, entonces, con la mano libre, abrió con calma la camisa de ella hasta el escote, para después poner la mano sobre su pecho, entre los pecho hacia arriba, sintiendo los latidos de su corazón. Ante eso, Ángela se sonrojo y se excito un poco al sentir la fría mano del vampiro en su piel, a pesar del guante blanco.

- ¿Qué hace? - pregunto ella confusa, girando la cabeza para mirarlo.

- Se como es una persona por los latidos de su corazón… - dijo él sin mirarla, mostrando una mirada algo vacía. - Es sorprendente que el tuyo se mantenga firme estando yo contigo, después de lo que te hice la otra noche.

- Después de todo lo que me ha pasado, no me importaría morirme ya. - comentó ella, desviando la mirada. - Si va a matarme por que mi sabor le gusto, antes quisiera saber quién es.

Las palabras de Ángela conmovieron al vampiro, tanto que se quedo sin palabras, viendo que esa joven en verdad había sufrido, tanto como él sufrió en vida. Entonces, él sin dejar de sujetarle la mano en alto y la otra mano en el pecho, se inclinó hacia ella, al ver eso, Ángela pensó que finalmente la volvería a morder pero en el otro lado, por lo que, se preparo cerrando los ojos con fuerza y espero, pero no sintió nada, pero si pudo notar un aliento helado en su oído.

- No tienes por que sufrir de esta forma pequeña, ya te lo he dicho, yo puedo ayudarte con tu sufrimiento, dándote otra vida. - dijo él en su oído susurrando, haciendo que a ella se le pusiera la piel de gallina. - Si al final decides serlo, con el poder que tengas, podrás saber la verdad oculta en tu sufrimiento… solo tienes que elegir esta vida que tengo ahora, y ser mi hija.

- ¿Su hija? ¿yo? ¿Por qué? - pregunto ella asombrada ante la oferta. - ¿Qué tengo yo que usted este tan interesado en mi?

- jujuju, cuando seas como yo quizás lo descubras. - contestó él entre risas. - Déjame preguntarte una cosa.

- ¿eh?

- ¿No te gustaría… saciar esa sed de sangre que tendrás cuando sepas quién los mato? - pregunto él.

- ¿Sed… de sangre? ¿Qué quiere decir con eso? - pregunto ella confusa.

El vampiro no respondió, lo que hizo, fue bajar al cuello de ella, y en vez de hincar el diente, lo beso con suavidad y ternura. Al sentir los fríos labios del vampiro, Ángela no pudo evitar hecha la cabeza hacia atrás sonrojada y gimiendo un poco en susurro, excitada por la sensación. El vampiro al ver esa reacción y el cuello estirado, tuvo ganas de volver a morderla, teniendo los ojos rojos brillando intensos, pero supo esperar. Lo que hizo después, fue deslizar la mano del pecho hacía arriba, acariciando así el cuerpo de Ángela hasta llegar al cuello, sujetándola de la mandíbula por debajo. Ángela sentía mucha excitación en el cuerpo, tanto que su corazón se acelero un poco mas. El vampiro no se apartó de ella, jadeando deseoso de su sangre.

- No me temas pequeña mía, voy a darte a elegir, dejaré que descubras por ti misma lo que te he dicho, y ya me darás una respuesta. - dijo él.

Con eso, el vampiro se separo un poco de ella, dejando que se girará a él sonrojada y con los ojos temblando irritados. El vampiro pudo notar en su mano como el pecho de ella estaba agitado, subiendo arriba y abajo sin parar por su rápido respirar. Entonces, sin dejar de mirarse el uno al otro, el vampiro apartó esa mano para colocarla detrás del cuello de ella, en la nuca, y sin hacer mucho esfuerzo la alzó hasta tenerla sentada a su lado, hombro con hombro.

- ¿Cómo es que sabe tanto sobre la muerte de mis padres? ¿Me ha estado observando? - pregunto ella, recuperando la calma.

- Desde hace algún tiempo… algo de ti me llamó con fuerza, aún no se que es, pero pronto lo sabre. - aseguro él, acercando su rostro al de ella, entonces con la mano le rozó la mejilla con los nudillos. - Deseo ver como serás cuando seas vampiresa… Ángela…

Al oírle decir su nombre, ella abrió los ojos asombrada, viendo que en verdad él sabía mucho de ella, pero aún no entendía el interés que tenía en ella, a no ser que, supiera sobre sus poderes, pero por la cara y la forma de hablar no lo mostró, por lo que dedujo que aún no sabia de ello. El vampiro vio lo callada que esta cuando le dijo su nombre, y eso le encanto.

En ese momento, el vampiro se fijo en que, en el labio inferior de ella había una herida, posiblemente de las palizas que ese humano le dio. Entonces, se inclinó mas hacia ella, haciendo que ella se quedará confusa y sonrojada. Luego, sujetándola de la cara, le lamió el labio inferior, cerca de la comisura izquierda. Ángela se sonrojo mucho, y también sintió calor en su interior, era la primera vez que un hombre hacia eso por ella, ni siquiera James le hizo eso.

- ¿Quién es? - pregunto ella en susurro, cuando él se apartó del labio de ella.

- Muy pronto lo sabrás, como yo he sabido de ti, Ángela… Valirius. - dijo él al oído de ella, seductoramente.

Eso hizo que ella cerrará los ojos excitada, y cuando los abrió, el vampiro había desaparecido, con el viento soplando dentro de la habitación. Al instante, Ángela se puso en pie a pesar del cansancio del cuerpo y fue al balcón para ver por donde se había ido, pero nada, había desaparecido sin dejar rastro, como si nunca hubiera estado allí. Eso pensó, pero se tocó las formas donde él la tocó, y vio que fue real, tan real como ella misma, deseaba saber pronto quién era ese vampiro de negro. Sabía que pronto lo volvería a ver, hasta entonces, debería hacer lo que él aseguro que pasaría, saber la verdad.

CONTINUARÁ...

Bueno, espero que os haya gustado el primer capítulo, ya me diréis que os parece. Hasta pronto.
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